Los medicamentos antialérgicos son fármacos diseñados para prevenir, controlar y aliviar los síntomas causados por reacciones alérgicas. Estos medicamentos actúan bloqueando o reduciendo la respuesta del sistema inmunitario ante sustancias que el organismo identifica erróneamente como amenazas, conocidas como alérgenos.
El mecanismo de acción principal se basa en la inhibición de la histamina, una sustancia química liberada durante las reacciones alérgicas que provoca inflamación, picor, estornudos y otros síntomas molestos. Los antialérgicos más comunes son los antihistamínicos, que se clasifican principalmente en dos tipos: los receptores H1, que tratan síntomas como rinitis, urticaria y conjuntivitis alérgica, y los receptores H2, utilizados principalmente para problemas gástricos relacionados con alergias.
Estos medicamentos son fundamentales tanto para el tratamiento de alergias estacionales, como la polinosis primaveral, como para alergias perennes causadas por ácaros del polvo o pelo de mascotas. Su uso regular mejora significativamente la calidad de vida de los pacientes, permitiéndoles realizar actividades cotidianas sin las molestias constantes de los síntomas alérgicos.
Los medicamentos antialérgicos son efectivos para tratar una amplia variedad de reacciones alérgicas que afectan diferentes sistemas del organismo. La rinitis alérgica estacional, comúnmente conocida como fiebre del heno, es una de las condiciones más tratadas, especialmente durante la primavera cuando aumenta la concentración de polen en el ambiente español.
La conjuntivitis alérgica, que causa enrojecimiento, picor y lagrimeo en los ojos, responde excelentemente a los tratamientos antialérgicos. Las manifestaciones cutáneas como la urticaria, caracterizada por ronchas y picor intenso, y las erupciones cutáneas también se controlan eficazmente con estos medicamentos.
Es importante destacar que estos medicamentos son especialmente útiles para las reacciones alérgicas leves a moderadas, proporcionando alivio rápido y duradero de los síntomas más comunes.
Los antihistamínicos de primera generación continúan siendo una opción terapéutica importante en el tratamiento de las reacciones alérgicas en España. Estos medicamentos, aunque efectivos, presentan características particulares que deben considerarse antes de su uso.
Estos antihistamínicos se caracterizan por sus efectos sedantes, ya que atraviesan la barrera hematoencefálica. Su duración de acción es de 4-6 horas, requiriendo administración cada 6-8 horas. Es importante considerar las precauciones en pacientes con glaucoma, hipertrofia prostática o problemas cardíacos, y evitar su uso con alcohol o sedantes.
Los antihistamínicos de nueva generación representan un avance significativo en el tratamiento de las alergias, ofreciendo mayor eficacia con menos efectos adversos. Estos medicamentos son la primera opción recomendada por los especialistas en España.
Las principales ventajas incluyen menor sedación, mayor selectividad por los receptores H1 periféricos, duración de acción de 24 horas permitiendo una sola toma diaria, y mejor tolerabilidad en uso prolongado. Estos medicamentos son ideales para el tratamiento de rinitis alérgica estacional y perenne.
Los comprimidos y cápsulas antihistamínicas son la forma más común de administración oral para adultos. Estas presentaciones ofrecen una dosificación precisa y una liberación controlada del principio activo. Deben tomarse con abundante agua y, según el medicamento, pueden administrarse con o sin alimentos. Los comprimidos de liberación prolongada no deben partirse ni masticarse.
Las formulaciones líquidas están especialmente diseñadas para facilitar la administración en niños y personas con dificultades para tragar. Los jarabes antihistamínicos suelen tener sabores agradables y incluyen un dosificador o jeringa para garantizar la dosis exacta según el peso del niño. Es importante agitar bien antes de usar y conservar en refrigerador si así lo indica el prospecto.
Los colirios antihistamínicos proporcionan alivio directo y rápido de los síntomas oculares como picor, enrojecimiento y lagrimeo. Su aplicación tópica minimiza los efectos sistémicos y permite una acción localizada. Deben aplicarse siguiendo estrictamente las instrucciones de dosificación y evitando el contacto del gotero con el ojo para prevenir contaminaciones.
Los aerosoles nasales actúan directamente sobre la mucosa nasal afectada, proporcionando alivio inmediato de la congestión, estornudos y rinorrea. Esta vía de administración es especialmente útil para síntomas nasales intensos y permite una acción rápida con menor absorción sistémica que las formas orales.
Las preparaciones tópicas están indicadas para el tratamiento localizado de reacciones alérgicas cutáneas como urticaria, dermatitis o picaduras de insectos. Estas formulaciones proporcionan alivio directo del prurito y la inflamación en la zona afectada, con mínima absorción sistémica.
La dosificación de los antihistamínicos debe ajustarse cuidadosamente según la edad, peso y severidad de los síntomas. En pediatría, la dosis se calcula principalmente por peso corporal, mientras que en adultos se siguen las recomendaciones estándar del prospecto. Es fundamental no exceder las dosis recomendadas y respetar los intervalos de administración.
Es recomendable consultar con un profesional sanitario antes de iniciar cualquier tratamiento antihistamínico, especialmente si es la primera vez que se experimentan síntomas alérgicos. También debe consultarse si los síntomas no mejoran tras 3-5 días de tratamiento, si empeoran, o si aparecen síntomas graves como dificultad respiratoria, hinchazón facial o erupciones cutáneas extensas.
Los antihistamínicos pueden interactuar con diversos medicamentos, potenciando o reduciendo sus efectos. Es especialmente importante informar al farmacéutico sobre el uso conjunto con sedantes, antidepresivos, medicamentos para la presión arterial o alcohol, ya que pueden aumentar el riesgo de somnolencia y mareos.
Durante el embarazo y la lactancia, el uso de antihistamínicos debe ser siempre supervisado por un médico. Algunos antihistamínicos se consideran seguros en estas etapas, mientras que otros están contraindicados. La automedicación debe evitarse completamente durante estos períodos tan delicados.
Los niños y las personas mayores requieren especial atención en cuanto a dosificación y selección del antihistamínico más apropiado. En pediatría, es fundamental utilizar formulaciones específicas y respetar las edades mínimas de uso. En personas mayores, se debe considerar la posible interacción con otros medicamentos y la mayor sensibilidad a los efectos sedantes.
Los efectos secundarios más frecuentes de los antihistamínicos incluyen:
El prospecto contiene información esencial sobre el uso correcto del medicamento, incluyendo dosis, contraindicaciones, efectos secundarios y precauciones especiales. Su lectura completa antes del primer uso es fundamental para garantizar un tratamiento seguro y eficaz. Cualquier duda sobre la información del prospecto debe consultarse con el farmacéutico.
Los antihistamínicos deben conservarse en su envase original, protegidos de la luz, humedad y temperaturas extremas. La mayoría se almacenan a temperatura ambiente, aunque algunos jarabes pueden requerir refrigeración. Es importante mantenerlos fuera del alcance de los niños y verificar regularmente las fechas de caducidad, desechando aquellos medicamentos vencidos.