La hipertensión arterial es una condición médica caracterizada por el aumento sostenido de la presión sanguínea en las arterias. Se considera hipertensión cuando los valores superan los 140/90 mmHg en mediciones repetidas. Los síntomas principales incluyen dolores de cabeza, mareos, visión borrosa y fatiga, aunque muchas veces es asintomática.
Los principales factores de riesgo incluyen la edad avanzada, antecedentes familiares, obesidad, sedentarismo, consumo excesivo de sal y alcohol, y el tabaquismo. Las complicaciones pueden derivar en infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal y daño ocular.
Es fundamental mantener una dieta baja en sodio, realizar ejercicio regular, mantener un peso saludable, limitar el consumo de alcohol y evitar el tabaco para un control óptimo de la presión arterial.
La insuficiencia cardíaca es la incapacidad del corazón para bombear sangre de manera eficiente, lo que provoca una inadecuada perfusión de los órganos. Se clasifica principalmente en insuficiencia con fracción de eyección reducida o preservada, según la capacidad de contracción del ventrículo izquierdo.
Los síntomas más frecuentes incluyen disnea (dificultad respiratoria), especialmente durante el ejercicio o al estar acostado, fatiga extrema, hinchazón en piernas y tobillos, y tos persistente. Estos síntomas pueden empeorar gradualmente y afectar significativamente la calidad de vida del paciente.
El seguimiento médico regular es esencial para ajustar la medicación, monitorizar la función renal y electrolitos, y prevenir hospitalizaciones. Los pacientes deben controlar su peso diariamente y seguir las recomendaciones dietéticas estrictamente.
Las arritmias cardíacas son alteraciones en el ritmo normal del corazón que pueden manifestarse como latidos irregulares, demasiado rápidos o lentos. Entre los tipos más comunes se encuentran la fibrilación auricular, las taquicardias supraventriculares y las extrasístoles ventriculares.
Los síntomas incluyen palpitaciones, mareo, fatiga, dolor en el pecho o dificultad para respirar. Es fundamental consultar al médico si estos síntomas son frecuentes o se acompañan de desmayos.
Para el tratamiento farmacológico disponemos de varios medicamentos antiarrítmicos efectivos:
Además del tratamiento farmacológico, existen dispositivos como marcapasos y desfibriladores, así como terapias complementarias que pueden mejorar significativamente la calidad de vida del paciente.
La enfermedad coronaria surge cuando las arterias que suministran sangre al corazón se estrechan debido a la acumulación de placas de ateroma. Los principales factores de riesgo incluyen hipertensión, diabetes, tabaquismo, colesterol elevado y antecedentes familiares.
Es importante distinguir entre angina estable, que aparece con el esfuerzo y mejora con reposo, y la angina inestable, que puede ocurrir en reposo y requiere atención médica inmediata por su mayor riesgo de evolucionar a infarto.
El arsenal terapéutico incluye varios grupos de medicamentos:
La prevención secundaria mediante estos medicamentos, junto con cambios en el estilo de vida, es fundamental para evitar eventos cardiovasculares futuros y mejorar el pronóstico a largo plazo.
La anticoagulación es fundamental en la prevención de eventos tromboembólicos, especialmente en pacientes con fibrilación auricular, trombosis venosa profunda o embolia pulmonar. El riesgo de tromboembolismo debe evaluarse individualmente considerando factores como la edad, antecedentes cardiovasculares y comorbilidades asociadas.
El control y seguimiento del tratamiento anticoagulante es esencial para mantener la eficacia terapéutica y minimizar el riesgo hemorrágico. Los nuevos anticoagulantes orales directos han revolucionado el manejo al no requerir controles analíticos frecuentes como la warfarina.
El control de la dislipemia constituye uno de los pilares fundamentales en la prevención cardiovascular. Los valores objetivo de colesterol LDL varían según el riesgo cardiovascular del paciente, estableciéndose metas más estrictas en prevención secundaria. El colesterol HDL y los triglicéridos también requieren monitorización para una evaluación completa del perfil lipídico.
Los cambios en el estilo de vida, incluyendo dieta mediterránea, ejercicio regular y abandono del tabaco, potencian significativamente la eficacia del tratamiento farmacológico y constituyen la base del manejo integral de la dislipemia.